"Siempre había estado en la sala. Pero fue la primera vez que sentí que me escuchaban."

Así comienza la historia de una persona trabajadora en una gran empresa europea. Durante años, su presencia fue reconocida, pero su voz, apenas escuchada. No por falta de ideas, sino por una cultura que no sabía cómo incluirlas. Esto es lo que ocurrió cuando su empresa decidió mirar hacia dentro…

2/10/20252 min leer

"Siempre había estado en la sala. Pero fue la primera vez que sentí que me escuchaban."

Esta frase podría parecer sencilla, pero encierra una verdad profunda sobre lo que realmente significa la inclusión en el mundo laboral. Durante años, Lamine formó parte de un equipo directivo en una multinacional europea. Era eficiente, competente y respetado. Sin embargo, su voz rara vez influía en las decisiones clave. A menudo notaba que sus ideas solo ganaban fuerza cuando otros las repetían, y que sus intervenciones eran recibidas con cortesía, pero sin resonancia.

Esta situación, lejos de ser un caso aislado, refleja una realidad compartida por muchas personas en entornos laborales que promueven la diversidad en papel, pero no han logrado dar el salto hacia una verdadera cultura inclusiva.

Todo cambió cuando su empresa decidió iniciar un proceso de transformación cultural de la mano de OneWave. Lo primero fue realizar un diagnóstico participativo: encuestas anónimas, entrevistas en profundidad, evaluación de procesos internos y sesiones de escucha activa. No se trataba solo de tener datos, sino de comprender la experiencia cotidiana de quienes trabajan en la organización.

Los resultados fueron reveladores. La diversidad –presente en los equipos– no se traducía en inclusión efectiva. Había desigualdades sutiles pero persistentes: personas que no hablaban por miedo a ser juzgadas, ideas que eran sistemáticamente ignoradas, y una sensación generalizada de que solo algunos podían liderar.

Con base en ese diagnóstico, OneWave diseñó un plan de acción a medida: formación en liderazgo inclusivo, rediseño de las reuniones para garantizar una participación real, establecimiento de protocolos de atribución de ideas, y un sistema de mentoría cruzada. Poco a poco, el ambiente comenzó a cambiar.

Lamine lo resume así: "No cambié yo. Cambió el espacio. Cambió la forma en que las personas se relacionaban con mis palabras. Por primera vez, sentí que mi presencia no era simbólica, sino transformadora."

Esta historia no trata solo de éxito personal. Es un ejemplo concreto de cómo la inclusión transforma el talento invisible en motor de innovación. De cómo las culturas organizativas pueden pasar del cumplimiento a la convicción, y de la diversidad estática a la inclusión viva.

En OneWave trabajamos precisamente para eso: para que nadie tenga que luchar por ser escuchado. Para que cada voz cuente. Para que estar en la sala signifique realmente formar parte de la conversación.